Hera

Hera conduciendo

Hija del Titán Cronos y su esposa Rea. Es también la esposa de su hermano menor, Zeus.
Cuando nació corrió la misma suerte que el resto de sus hermanos: su padre Cronos la devoró por miedo a que alguno de sus hijos se rebelara contra su autoridad y le despojara de su posición de poder en el mundo. Vivió en las entrañas de su padre hasta que finalmente Zeus los liberó. Tras la liberación, la diosa Tetis se la llevó a los confines del Océano para protegerla. Por fin, Cronos fue destronado y Zeus, que ya había puesto los ojos en ella, fue a buscarla para conquistarla y hacerla suya y no cejó hasta conseguirlo. En una ocasión, mientras Hera paseaba por el bosque, Zeus la vio, y febril de amor, se convirtió en cuco y se dejó caer a sus pies. Hera lo recogió y fue entonces cuando Zeus volvió a tomar su forma original, la redujo, pues ella se resistía, y finalmente tras la promesa de casarse con ella, la poseyó. El hecho de que fueran hermanos no constituía impedimento para el matrimonio. En aquella época, las uniones entre miembros de una misma familia, sobre todo entre la realeza, no era inusual, así que los dioses no eran una excepción. Fue así como Hera se convirtió en diosa suprema y reina del cielo.

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Su papel fundamental era el de protectora del matrimonio, se preocupaba por mantener el vínculo entre las parejas, procurarles descendencia y ayudar a las madres durante el parto. Como esposa de Zeus tenía la capacidad de aconsejarle y ser su confidente. Como en todos los matrimonios, también había discusiones y peleas, muchas de ellas por las continuas infidelidades de Zeus: en una ocasión, la persecución enfermiza de Hera hacia Heracles (que era hijo de Zeus y la mortal Alkmene) provocó que Zeus perdiera la paciencia y la encadenara entre el cielo y la tierra. A pesar de esto, Hera se tomaba muy en serio su rol de protectora del matrimonio y quería que sus actos y fidelidad en la relación de pareja sirvieran como ejemplo al resto de diosas y mortales. Le decepcionaba enormemente que su esposo infringiera sistemáticamente las reglas del sagrado vínculo. Si Hera se enteraba de alguna infidelidad, sus escenitas hacían retumbar el Olimpo y en la tierra se producían intensas tormentas pero siempre, tras la tempestad volvía la calma y Zeus y Hera se reconciliaban. Juntos tuvieron tres hijos: Ares, dios de la guerra; Hefestos, forjador de metales y armas y Eve (o Hebe), diosa de la eterna juventud*.
Durante la ejecución de sus deberes como diosa suprema del Olimpo y en los banquetes que allí se celebraban, Hera siempre se sentaba al lado de Zeus en un trono de oro con sus armas: las tormentas, las nieblas, los truenos y los rayos; a ella le estaban dedicadas las granadas, como símbolo de fertilidad; los cucos, por la historia mencionada previamente; el pavo real, por las manchas en su cola y los vivos colores de esta, que representan el cielo y las estrellas; y por último, el halcón.

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En las vidas de los héroes míticos intervino en numerosas ocasiones, sobre todo en las de los hijos ilegítimos de Zeus con mortales. En la guerra de Troya tomó partido contra los troyanos.

*Otros mitos hablan de que Hera concibió a Eve sola y, según Hesiodo Zeus y Hera también tuvieron a Eileítias, diosa protectora del parto.

Por Marisa Sastre

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