DEMÉTER

Demeter

Hija de Cronos y Rea. Es la diosa de la fertilidad de la tierra y de la agricultura, es la divinidad protectora de las cosechas, la responsable del nacimiento de los cultivos y la regeneración de las plantas.

Tras su nacimiento, fue inmediatamente tragada por Cronos, su padre, como asimismo hizo con el resto de sus hermanos según iban naciendo. Temía Cronos que alguno de ellos iniciara una rebelión que le desposeyera de su cargo como divinidad suprema. Así fue: Zeus, el menor de la prole, se salvó de ser devorado y cuando se hizo adulto inició una campaña para destronar a su padre de la que salió victorioso. Previamente le había hecho vomitar a todos sus hermanos y cuando por fin Zeus se autoproclamó señor de los dioses, llevó a Deméter al Olimpo y en el reparto de obligaciones y responsabilidades se le asignó el cuidado de la fertilidad de la tierra. A su vez, Deméter enseñó a los hombres a cultivar los campos para corresponder plenamente en su papel de madre que alimenta a los mortales con sus frutos.

De esta manera, Deméter no solo fundó la agricultura, los hombres dejaron de ser nómadas cazadores en busca de lugares donde procurarse la supervivencia, y se convirtieron en individuos con asentamientos definidos allí donde la tierra fuera propicia. Deméter también se ocupó de proporcionarles leyes de manera que pudieran regular sus relaciones con este nuevo modo de vida.

La vida tranquila y pacífica que regaló a los hombres no fue sin embargo igual de placentera para ella misma. Para empezar, Deméter se enamoró de Yasión, dios menor de la lluvia fertilizadora, y de esta relación nacieron Pluto y Filomelo. En medio de todo esto, Zeus ya había intentado ganarse los favores de la diosa y cuando se enteró de que alguien se le había adelantado, se encolerizó de tal modo, que mató con uno de sus rayos al pobre Yasión, dejando a Deméter afligida y desolada. A poco de esto, Deméter sucumbió al poderío erótico de Zeus, y de esta unión nació una hija, Perséfone.

Este es probablemente el relato más conocido de todos los concernientes a esta diosa: la joven Perséfone, hermosa y despreocupada, se encontraba paseando con unas ninfas y recogiendo flores por los campos de Nysa, en Sicilia, cuando el dios Hades la observó desde su trono en el reino de los muertos. Al instante, el dios, quedó prendado de la belleza de la gentil doncella y decidió convertirla en su esposa. Hades montó en su carro y espoleó a sus caballos para dirigirse hacia los campos de Sicilia a toda velocidad. La joven Perséfone sintió cómo la tierra crepitaba bajo sus pies. Frente a ella, se abrió una enorme grieta de la que surgió el dios del inframundo montado en su carro tirado por caballos infernales. Antes de que Perséfone pudiera reaccionar, el dios la cargó en el carruaje y regresó con ella a su palacio subterráneo.
Sus gritos de angustia fueron oídos solo por Helios y Hécate (diosa de las fuerzas oscuras y la magia). Deméter solo oyó el eco de su voz, e inmediatamente se puso de camino en busca de su hija, pero no encontró ni rastro de ella.
Durante nueve días la buscó en vano, sin comer ni beber, y al décimo se encontró con Hécate, quien le dijo que, en efecto, había oído los gritos de la joven, pero no sabía quién se la había llevado. Después las dos se apresuraron a encontrarse con Helios, el dios que desde el firmamento lo veía todo, y les reveló que Hades era el raptor. Así fue como Deméter volvió al Olimpo hecha una furia, y presentándose ante Zeus, le exigió que anulara la vil acción de Hades y que su hija le fuera devuelta de inmediato. No había nada que pudiera hacer Zeus, infortunadamente, pues el señor de las sombras ya se había casado con Perséfone y además le había dado de comer unos granos de granada estando en el inframundo (quien quiera que probara alimento en el Hades estaba condenado a no retornar al mundo de los vivos).
Tras esta noticia, la encolerizada Deméter dejó de morar en el Olimpo, Zeus la había decepcionado. Así fue como bajó al mundo de los mortales y se quedó a vivir en su templo de Eleusina (Eleusis), disfrazada como una anciana. Su ira no se había sofocado todavía, con lo que retiró sus favores a la tierra y la condenó de este modo a un invierno eterno que generó una hambruna cuyas consecuencias sintieron no solo los mortales, sino también los dioses: los hombres morían porque la tierra no daba fruto y los dioses tampoco recibían ofrendas ni sacrificios de estos porque se sentían abandonados. Deméter hizo el voto de no volver al Olimpo ni de reactivar la fertilidad de la tierra mientras su hija no volviera con ella. Cuando la situación se hizo insufrible, Zeus envió a Hermes al inframundo a deshacer el entuerto. El mensajero de los dioses llevaba consigo un acuerdo por el cual Hades se comprometía a dejar regresar a Perséfone durante dos tercios del año a condición de que el tercio restante lo pasara con él. Ante la perspectiva de no volver a ver a su hija, Deméter también aceptó esta resolución, y de esta manera se explica por qué durante los meses de invierno la tierra está dormitando (cuando Perséfone vuelve con su marido) mientras que en primavera, Deméter vuelve a recibir a su hija y engalana la tierra, que luce en todo su verde esplendor.

K26.1PloutosDurante su estancia en la tierra, Deméter fue acogida por Céleo, rey de Eleusina. Agradecida por la bondad de éste, la diosa, que en todo este tiempo nunca mostró su verdadera identidad, tomó bajo su protección a Triptólemo, uno de los hijos del rey, y le enseñó a arar los campos y a cultivar el trigo con los granos que esta le había regalado. Fue así como Triptólemo difundió entre los diversos pueblos el arte del cultivo de los cereales y otras plantas, extendiendo de este modo la civilización a nuevas tierras. Tras la partida de Deméter con su hija, el rey Céleo mandó construir un templo donde se desarrollaron unas complejas ceremonias en honor a la diosa que atrajeron a devotos de todo el mundo conocido. Los llamados Misterios Eleusinos eran unos rituales que en un principio simplemente presentaban escenas de la vida de la diosa, simbolizando el ciclo anual de los trabajos agrícolas. Posteriormente se fueron haciendo más complejos presentando y explicando la muerte y el renacer de las plantas en la naturaleza, para finalmente intentar explicar el misterio de la vida de los hombres y la suerte que corren tras su muerte. En estas ceremonias, solo los ya iniciados tomaban parte y es por ese carácter secreto que tenían estos Misterios que no es mucho lo que sabemos con seguridad acerca de los mismos.

La función de protectora de los cultivos y las cosechas que ostenta Deméter, así como su escasa vocación guerrera han hecho que esta diosa no sea tan conocida ni tan representada en el mundo del arte como el resto de los olímpicos, a pesar de ser una de las divinidades griegas más antiguas. Se le solía caracterizar como una mujer madura con corona que llevaba un manojo de trigo o una cornucopia (cuerno de la abundancia) y una antorcha. Su veneración tenía un carácter plebeyo y anti aristocrático y estuvo presente en todas las zonas a donde llegó la influencia griega. Su correspondiente en Roma fue Ceres.

 

por Marisa Sastre

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